Visita de 1º Medio al Hogar del Pequeño Cottolengo

Los primeros medios de nuestro colegio, tuvieron un encuentro inolvidable con los niños y jóvenes con capacidades diferentes del Pequeño Cottolengo. Las fotos hablan del inmenso amor que nuestros jóvenes compartieron con cada uno de ellos. La Presidenta del Centro de Alumnos escribió para el área de comunicaciones del Obispado acerca de la experiencia solidaria de nuestros jóvenes durante el mes de Agosto y que vale la pena leer.

 

MES DE AGOSTO 2014.

De Experiencias Inolvidables y Alegrías Compartidas

 

Durante el mes de la solidaridad muchos jóvenes se movilizaron en torno a las incomodidades sociales que sentían. Buscaron esas desamparadas injusticias y se decidieron por hacer algo al respecto. Decidieron darse cuenta que la responsabilidad era compartida, y también le correspondía una parte a ellos. Así ocurrió dentro del Colegio Altazor de Concón, cuando distintos cursos se organizaron para llevar a cabo proyectos con el fin de que todos juntos construyamos un espacio mejor, siguiendo el claro ejemplo de Padre Hurtado.

Debido a esta iniciativa de solidaridad, y a un planteamiento que surge desde una clase de Religión con el Profesor Luis Hernán Aravena respecto del valor de la dignidad humana y el servicio social cristiano, fue que el pasado 21 y 28 de Agosto los Primeros Medios A y B del establecimiento visitaron el Pequeño Cottolengo, en la comuna de Quintero. Este hogar de niños acoge y atiende a niños con trastornos mentales severos. Esto definitivamente se presentó como un importante desafío para los alumnos de primer año.

Sin embargo, la fuerza del amor por el prójimo presente en este grupo de estudiantes superó los temores que sentían, y los parámetros de madurez esperados para esa etapa de sus vidas. Los  chicos y chicas Altazorinos dejaron cualquier tipo de prejuicio de lado, dejaron las diferencias de lado, y fueron capaces de relacionarse como buenos amigos con esos niños que la sociedad parece haberse encargado de excluir. Aunque todos formamos parte de la sociedad, no todos nos dedicaremos a continuar con las discriminaciones, con las injusticias ni con el acto de esconder los temas más complejos y evadirlos. Estos jóvenes de tan solo Primer Año Medio, demostraron que hacerse cargo del otro no es un trabajo imposible, y requiere principalmente de iniciativa y pasión por completar un legado tan fundamental como lo es de Alberto Hurtado.

Esperanza y sencillez. De eso se trató el intercambio que hubo entre estos dos grupos de jóvenes, de ambientes y condiciones tan distintas, pero necesidades emocionales tan similares. Un paseo, tomarse de las manos, juegos infantiles o adorables sonrisas que significan la esperanza mutua que se genera entre ellos. Así de sencillo. Los niños del Pequeño Cottolengo pudieron disfrutar de compañía, de atención y sobre todo amor, mientras que los niños del Colegio Altazor disfrutaron de un sentimiento de gratitud tremendo, una sensación de satisfacción con cada sonrisa que obtenían y ganaron de la esperanza de que aún quedan personas que se dedican completamente a dar y recibir amor, como pulsión de vida.

 

 

Fernanda Del Mar

Presidenta Centro de Alumnos

Colegio Altazor

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