Semana Santa

Estamos en un tiempo especial, la Semana Santa constituye un espacio privilegiado para profundizar nuestra relación con Dios y reflexionar sobre nuestra propia vida. La conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús es el elemento esencial de nuestra Fe. Queremos vivir este tiempo como comunidad, compartiendo nuestra vida y ofreciendo al Señor nuestros sueños y las propias cruces que cargamos en nuestro camino.

Este año, invitamos a todos los alumnos y profesores del colegio a participar activamente de las celebraciones que tendremos el día jueves santo. El Departamento de Religión y Pastoral ha preparado una serie de momentos y actividades para cada uno de los cursos del colegio. Queremos que sea un día distinto, que nos prepare para conmemorar la entrega de Jesús en la cruz y celebrar el regalo de su Resurrección.

Recordar la Pasión de Cristo nos da la posibilidad de hacer una revisión de nuestra propia vida, de dar sentido al dolor, tal como nos dijo el Padre Alberto Hurtado en 1944:

Al recordar la Pasión del Señor animémonos a sufrir con el espíritu de Cristo. No es tanto cuestión de salir a buscar los dolores. Vendrán a nosotros, aunque no hagamos nada por atraerlos, pero cuando vengan no nos quejemos, no perdamos el tesoro de bien que podemos merecer con críticas, quejas, lamentos, cara de víctimas, contando a los demás nuestra tragedia, la incomprensión e injusticia de que somos víctimas… No hagamos esfuerzos por bajarnos de la Cruz.

Asimismo, el domingo estaremos celebrando con gozo…

Porque Cristo resucitó venciendo la muerte y está sentado a la diestra del Padre. Y es Cristo, mi bien, el que resucitó. Él, mi Padre, mi Amigo, ya no muere. ¡Qué gloria! Así también resucitaré “en Cristo Jesús” he resucitado glorioso, en Él he tomado posesión… y tras estos días de nubarrones veré a Cristo (San Alberto Hurtado).

¡¡Qué buena noticia se viene!! Encontremos a Cristo en estos días, en nuestro colegio, en nuestros cursos, en las celebraciones de nuestra parroquia. Vivamos la alegría de creer en un Dios vivo, que nos conoce profundamente y está siempre con nosotros.